23 de septiembre de 2006

Voilá

Hay una pequeña ranita, no mas grande que un dedal, que habita en todos y cada uno de los seres humanos.
En el momento del nacimiento, ésta abre los ojos y se instala en la base del estómago, donde esperará alrededor de doce o trece años, para ponerse a saltar.
Primero pensamos que esta ranita salta por ningun motivo aparente. Nos vamos dando cuenta luego, que sólo lo hace en ciertas ocasiones: una sonrisa, un gesto, un roce. Nos hacemos los que no la notamos, y seguimos suavemente con el tiempo, escuchando a la ranita y llenándonos de ella cuando es prudente, e ignorándola cuando más salta.
A veces se emociona mucho y crees que llegará a tu garganta, y que alguien podrá entreverla a través de tu inestable y nerviosa sonrisa, pero aseguro que no hay nada de que preocuparse.
Esa ranita, como muchos no saben, existe solamente para tí.

Disfrútala.

22 de septiembre de 2006

Dulce

Y al final ninguno de los dos se enteró de nada.
Él no quiso reconocer sus errores y Ella se negó a perdonar.
Se dijeron hasta luego y ambos suplantaron la segunda palabra por "nunca".
Ahora evitan calles conocidas y bancos de parque dolorosamente familiares.
Ahora ambos odian dos o tres películas, curiosamente las mismas. Tratan de no decir ciertas palabras o de no usar cierta ropa.
A Él le molesta una marca específica de colonia.
A Ella le carga escuchar una canción que antaño la hacía sonreír.
Lo que Ella nunca le dijo que Él era que era lo más perfecto que le había pasado.
Él nunca le dijo que siempre pensó que Ella le hacía recordar una felicidad que creía perdida.
Qué pena, ninguno de los dos supo.