23 de septiembre de 2006

Voilá

Hay una pequeña ranita, no mas grande que un dedal, que habita en todos y cada uno de los seres humanos.
En el momento del nacimiento, ésta abre los ojos y se instala en la base del estómago, donde esperará alrededor de doce o trece años, para ponerse a saltar.
Primero pensamos que esta ranita salta por ningun motivo aparente. Nos vamos dando cuenta luego, que sólo lo hace en ciertas ocasiones: una sonrisa, un gesto, un roce. Nos hacemos los que no la notamos, y seguimos suavemente con el tiempo, escuchando a la ranita y llenándonos de ella cuando es prudente, e ignorándola cuando más salta.
A veces se emociona mucho y crees que llegará a tu garganta, y que alguien podrá entreverla a través de tu inestable y nerviosa sonrisa, pero aseguro que no hay nada de que preocuparse.
Esa ranita, como muchos no saben, existe solamente para tí.

Disfrútala.