19 de julio de 2008

Catcher

Resulta que estoy total y completamente enamorada. Con él me acuesto cada vez que puedo sin temor a que nos oigan e ignorando los anticonceptivos, total, que el embarazo no me importa y él ya es muy viejo para embarazar a nadie.
Algunos especulan que él ya ha muerto pero a mí la lujuria no me la quitan con sus recortes de diario y discusiones de foro en internet. Porque a pesar de los cuatro años que lo vengo conociendo y todavia no sé nada de él, me encanta, me revuelve todo cada vez que cuento las cicatrices en su pecho y las ojeras de panda que luce en cada imagen. Trato en vano de acercarme a su mente como me sé capaz de acercar a su cuerpo y por eso inspecciono todo lo posible para leer lo mismo que a él le gusta, para entrar en esa tormenta tan artística y trillada que ya es propia del medio en el que el y yo estamos inmersos.
La diferencia es que sé de hecho que él desapareció hace más de trece años, pero eso no evita que me visite cada vez que lo evoco y que yo desee conversar con él para que me encuentre inteligente, para decirle que yo estoy enamorada y que él no es otra de mis obsesiones pasajeras como a los dieciséis fueron los huesos. No, yo quiero que sepa que haré lo posible por ayudarlo, pero que no quiero cambiar quien es, porque me gusta esa oscuridad y sufrimiento propios de su persona. Además, a mi me gusta el tormento que exuda por cada poro y queda más que perfecto en mi historia como aquel a quien amé devotamente pero que no fui capaz de ayudar, y que aun a pesar de mi presencia constante terminó desapareciendo y dejando su auto a un costado del camino.
Me gusta pensar que podré pavonear las lágrimas que por él voy a llorar así como las sendas de rímel que bajarán por mi cara por su culpa, de su profundidad mental, sus oscuros comentarios sobre el existencialismo que me susurrará todas las noches que yo quiera al oído luego de que hayamos hecho el amor.

After Eight

Exquisito dolor es aquel que se disfruta. El que se anhela: el que inspira.
Desafortunado es el que siempre se siente.
Cuando viendo fotos ajenas, escuchando inspiraciones líricas ajenas, sintiendo como dos manos ajenas se juntan,
se sufre.