21 de enero de 2007

En la Oscuridad

Aquella perversidad que tenemos los seres humanos de empaparse en la desgracia y llorar tanto con ella que llegamos a disfrutar su compañía es una de nuestras capacidades más asombrosas.
Nos regocijamos en canciones que nos clonan los sentimientos a la perfección y nos taladramos las orejas con las melodías que hacen que el corazón rebote en el pecho y el estómago se llene de vacío.
Confío, eso sí, en el día en que podamos escuchar aquella canción especial sin llorar, en el momento en que nos demos cuenta que el sufrimiento fue necesario pero no eterno, y que hay nuevos y más positivos temas que escuchar.


[te quiero, y cuidate]