29 de septiembre de 2008

Carmensita.

Al susodicho lo ví el viernes tocando quitarra en sensual pose que, combinada con el vino de guinda y el rock de los setenta, me provocaron algo así como una apoplejía imaginaria que curiosamente desbordaba imágenes de escenas eróticas a velocidad vertiginosa. Lo ví, de nuevo, al día siguiente, y esta vez hice como si nada y le fui a hablar.
Fue ameno, me sentí media jote pero siempre buena embajadora de mi persona. No pude evitar encontrarlo algo pastelito, pero su perfección anatómica obviaba cualquier defecto de personalidad. Conversamos unos diez minutos y llegó uno de sus amigos a pedirle un cigarro, él se lo dió y se excusó para ir al baño, dejándome a mí y al recién llegado hablando nimiedades.

Y resulta que el adonis no volvió. Se fue a revisar no sé que cosa, y yo cada vez más desesperada al ver cómo la mirada de mi nuevo interlocutor cambiaba de enfoque y empezaba a considerame en un plano digamos más allá del casual.
Me llegó a mí el turno de excusarme, y me fui a compartir la derrota con un amigo. Al decirle "Parece que no estaba ni ahí" me dijo "¿Porqué? ¿Se fue al baño o algo?" me sentí reverendamente estúpida. Comprendí de un sólo golpe una estrategia masculina que para no herir recurre a una salida quizá algo cobarde y que me molestó más de lo que quise admitir. Me sentí arrastrada, patética, fea, tonta y con cero profundidad. Miré una vez más al fruto de mi lujuria y el medidor de patetismo me subió tres grados, volví la vista rápidamente y recité mentalmente todo mi salmo coprolálico a ese metro ochenta de sex appeal y ojos claros.
Después putié a la primavera un poco, me terminé de un trago la cerveza y me evaporé del lugar.

Yeneréishon écs.

"Todo el mundo tiene un «extraño fundamental» en su vida, Andy, un extraño que sin quererlo ejerce un raro poder sobre uno. A lo mejor es el chico con los pantalones vaqueros cortados que te siega el césped, o la mujer que te registra el libro en la biblioteca... un extraño que si vuelves a casa y encuentras que te ha dejado un mensaje en el contestador automático que dice: «Déjalo todo. Te quiero. Ven conmigo a Florida», te irías con él."
Me encanta ese libro.