1 de marzo de 2009

I never meant to brag.

Tuve el déjà vu de la noche en que entramos a ese local en que tocaban música en vivo y las sillas era todas distintas, como para que se mostrara su eclecticidad hasta en el mobiliario, y donde finalmente una astilla me cagó las pantys del muslo a la pantorrilla con un hoyo grande que se iba deshilachando hacia abajo. Allá donde pediste una canción, no me acuerdo bien cuál, pero no me gustó y sonriendo te dije que era buena. Qué terrible fui, fue sólo por robarte un beso y consolarme del terrible atentado de la silla a mi vestimenta.
Y duespués, qué fue, ¿vino?. Sí, vino tinto, porque después de un rato los labios se te pusieron rojos, rojos, y tu saliva estaba un tanto amarga pero aún dulce. Rica, como tú y como el vino. Y después mi canción, la que me imaginé bailando encima de la mesa pero que mi propia copa de vino aun no me daba el valor de hacer.
También está en mi recuerdo el resplandor suave de tus uñas cuando jugabas a golpear y girar suavemente la caja de fósforos sobre la mesa; brillo, que de alguna manera, sentía te rebotaba en los dientes cada vez que sonreías por cada juego de palabras estúpido que me dió por inventar esa noche.
Nos veíamos tan lindas, tan tontas, dentro de nuestra alternatividad auto impuesta tanto en actitud como vestuario. Y lo mejor era que a nadie le importaba, porque o estaban todos borrachos o todos en plan de estarlo. Y me acordé tan patentemente que la primera copa de vino que pediste yo la probé después que tú, dejando la marca de mi brillo labial sobre el tuyo, en el mismo lado del vidrio.
También que a la vuelta corrimos de la mano, riéndonos ebrias, y encontramos un paradero que no tenía ningún aviso en el panel. Entonces que pegamos los labios bien fuerte cada una por su lado para besarnos entre el plástico transparente aún con la iluminación blanca por el borde.
De todos los besos que nos dimos esa noche, ése fue el mejor. Yo creo que es porque la luz me lo dejó tatuado en la retina, como una foto, que siempre me va a recordar lo locas que estábamos y los bien que siempre lo pasamos esas primeras noches de invierno, esquivando las pozas.