Me recuperé del susto cuando me dí cuenta que el sueño se me había quedado en la almohada.
Me levanté de la cama sin abrir los ojos y tambalée rumbo al baño para tomar un vaso de agua, con cojines y papeles desperdigados a mis pies cual hojas en otoño.
No prendí la luz por temor a que me hiriera los ojos. En su lugar, los mantuve cerrados y tanteando en busca de la llave boté un cepillo de dientes que resonó en el piso de cerámica como un grito, mis uñas enterradas en las palmas y los dientes apretados al esperar oír una queja de alguna pieza a oscuras.
Por suerte, ningún sonido fue emitido
Así, reanudé mi odisea y abrí la llave con una mano mientras que con la otra recibía con la palma ahuecada el agua para beberla.
Fue refrescante.
1 comentario:
Es bonito...
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