24 de enero de 2012

Nadie supo.
Fue sólo el fin de semana siguiente que decidí confesarme a la única alma que escucharía ese secreto realizado en público. Y con qué público, con qué descaro me lancé, me hastié, volví y repetí.
"Mentira, ¿cuándo?", me preguntó incrédula después, cuando ya mi breve historia escapó de mis labios y encontraron resguardo en ella. "No sé" le dije. Y seguí: "en un momento estábamos en la cocina y... zas"
No pude evitar sonreír maliciosamente, "y lo mejor de todo es que nadie cachó. Cuando bailábamos y apagaban las luces, de nuevo. Y cuando las prendían había distancia prudente".
Me miró con los ojos bien abiertos, "mentira. La hiciste. Nadie cachó. Y él cachó menos."
"Si sé" le respondo. "Pero era algo tenía que hacer, se venía desde que nos conocimos en el preu. Y siempre pensé que era bonita".
Nos lanzamos una mirada cómplice, sin mencionar que en la misma fiesta que nos conocimos por él, yo no sólo había besado a otra persona, sino que a una mujer, una que él conocía. Y mientras alzábamos los tragos casi simultáneamente, ella escondía lo que me diría más tarde; que él estuvo mirándome toda la noche y que yo le hablaba poco, que ella sabía de esto y que él tenía los signos inconfundibles del capricho.
Cada una acercó su vaso a los labios y sorbetea ligeramente un trago más fuerte de lo normal, por haber llegado temprano a la fiesta.
Se detiene un poco, y evaluándome, me mira.
"¿Eres bisexual?"
"No, weona".
Risas.

1 comentario:

Lute dijo...

vuelve a escribir