1 de octubre de 2007

Checkmarks

Tú nunca fuiste para mí más que un nombre en un papel, un ticket en una lista. (Es que tengo que acordarme de lo que hago para mi examen cada seis meses con mi ginecólogo)
Al lado de tu nombre puse tres estrellitas. El máximo, eso sí, es de cinco. O sea, bien, pero no sorprendente. Justo como tu personalidad: normal, pero no espectacular. Igual, también, que tu conversación, tu ropa, tus ideas y tus cambios de ánimo. Nada del otro mundo, nada que me afecte mucho al conocer o al dejar.
Diré que fuiste un interludio agradable, un tiempo de espera de comerciales en la cual la mayoría de la gente se para a rellenar su vaso o para ir al baño. Yo, en cambio, decidí variar mi rutina y ver qué pasaba en aquellos cinco minutos de propaganda contigo en vez de comer papafritas.
¿Alguna vez voy a arrepentirme de lo que hice? No, no creo. Es que sin mentirte, no lo pasé mal. Pero tampoco bien. Tampoco me enamoré de ti, pero no me diste lo mismo.
Es que contigo nunca fue blanco y negro, nunca fue ni cima ni depresión en el gráfico, nunca fue ni sol ni nieve.
Es que contigo, todo fue mas bien gris.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los grises, Lorena, para bien o para mal, son los que llenan el mundo... Un universo en blanco y negro sería devastador, y los colores... los colores son cosa de la publicidad.

Besos,
Bartok.

Anónimo dijo...

Me gustaría haber encontrado otro medio para hacerte llegar estas palabras en una mayor intimidad, no tanto por la necesidad de que otros no las lean como por no aburrir al personal, riesgo al que sólo tú deberías tener derecho por ser la causante de las mismas, pero en fin...
Acabo de pasar por tu fotolog, de revisar una a una cada una de las fotos que lo pueblan y de leer lo que en ellas tienes escrito: fragmentos de los últimos tiempos de tu vida, y referencias claras a los anteriores, la enorme querencia que te une a todas las personas que conforman tu momento actual y, sobre todo, un carácter absolutamente especial, que se trasluce tanto en las imágenes como en los textos que las acompañan.
Y me vuelve la vieja sensación de cuando te encuentras con alguien que te sacude los esquemas y te deja con la boca seca, sin aliento y totalmente confuso: ¿quién soy yo para siquiera acercarme a oler el perfume de esa flor, quién para interesarme por el brillo de tu luz recién descubierta, quién para desear en mi fuero más interno poder oir tu acento imaginadamente chileno?
Tan sólo alguien gris, un hombre cuya forma se desvanecería (seguro) en tu presencia, alguien que se declara desde ya incapaz de resistir el envite de tu arrasador carácter. No son sólo tus letras, tu dominio de la lengua. Respiras vida por todos tus poros, emites una luz poderosa desde esos ojos que también hablan por tí, que le dicen al mundo que tiene ante sí a una persona destinada a lo más, a llevar a cabo algo grandioso...

Mis respetos, Lorena.

Bartok.

Anónimo dijo...

ASÍ NO MÁS.

La Nada dijo...

Que buena!!!
Nunca es tiempo perdido meterme a los blogs de los que le postean a los que le postean a los que me postean... para así - de vez en cuando - caer parada en un blog perdido en el cyberespacio (al que nunca hubiese llegado de otra manera). Y deleitarme. Y sorprenderme. Y linkearlo al mío. (Que yo nunca linkeo un blog gris... sólo los que me estremecen... o los que tengo algún compromiso - éste no es el caso).

Me plateé ante un tema no poco relevante luego de leerte... Me quedó dando vueltas...

Sería yo capaz de compartir mi vida con un hombre gris? O con un hombrecito de sombrero gris como Natalio? Con uno que sea bueno, pero no tanto?

No lo creo... Más bien pienso que necesito que me estremezcan. Con blanco y negro, pero también con colores (en eso estoy en desacuerdo con bartok... no son sólo de la publicidad, sino del día-a-día).

He intentado conformarme o acomodarme con tonos neutros... pero siempre vuelvo a lo mismo: al magenta, al púrpura, al carmín, al verde bosque. Y es que si no... como que me faltara el aire...

Bueno, dejo de darte lata. Un gusto encontrarte. Te esperopor mi blog.

Saludos de la Nada.